En Tucumán, el presidente Javier Milei lanzó una sorpresiva crítica sobre el sistema universitario. “Tenemos un sistema educativo desconectado de las necesidades económicas de nuestra sociedad porque tenemos carreras demasiado largas, porque priorizamos la oferta universitaria por sobre la terciaria, porque egresamos una cantidad hipertrofiada de abogados y contadores que son demandados porque en la Argentina hay demasiados juicios, trámites e impuestos”, dijo.
Javier Milei: “Vamos a hacer que el peso sea recontra escaso”Sus palabras, desde luego, reabren un debate sobre el contenido que se brinda en la educación superior. Tres especialistas abordan la problemática desde diferentes enfoques.
› Punto de vista I: es perezoso focalizar críticas sólo sobre la oferta educativa
Paulo Falcón
Miembro del C. de Gobierno de Unesco-Iesalc
Los cambios vertiginosos en ciencia y tecnología, su impacto en las organizaciones y el empleo, hoy por la Inteligencia Artificial, la automatización o la robótica, son una realidad en esta sociedad del conocimiento, ignorarlos es de necios, tanto como no asumir que ante este cuadro, se tendrían que haber tomado decisiones hace mucho.
De manera que no es casual que en muchos lugares se vea con nitidez la brecha entre el sistema de formación y los campos laborales y profesionales.
En 2018 se hizo un estudio descriptivo que contenía un detalle pormenorizado de las principales características regionales del sistema de Educación Superior de Argentina, es decir tanto universidades, como institutos técnicos superiores y de formación docente. Ese análisis incluía dimensiones tales como: demografía, estructura socio-productiva, oferta de títulos en territorio, población estudiantil y áreas de vacancia, tanto por región como por provincia.
Los datos de ese estudio permitieron exponer, ya en ese entonces, la distancia entre necesidades de las diferentes cadenas de valor en términos de demanda formativa y la oferta educativa. De modo que no hay novedad en marcar el déficit que tenemos a lo largo y ancho del país en este tema; hay vacancias de ofertas, pero también de vocaciones en temas que son necesarios, relevantes o estratégicos para el desarrollo.
Dentro del sistema universitario, las estadísticas oficiales, en general de décadas en Argentina, nos marcan que las carreras ligadas a ciencias sociales y humanas -dentro de las que colocamos a abogacía y contador- por ejemplo, captan históricamente poco más del 50% del estudiantado. A estos campos formativos y profesionales les siguen a estas carreras las relativas a la salud, las ciencias aplicadas y, por último, en un porcentaje mínimo, las ciencias básicas.
Es perezoso focalizar críticas sólo en la oferta educativa -aunque sean válidas- por sostener una mirada conservadora, sin tener una perspectiva más amplia a las elecciones que hace el estudiantado de sus carreras, ya que detrás de esto hay aspectos culturales e históricos. La obra teatral “M’hijo el dotor”, de Florencio Sánchez daba cuenta de ello hace décadas.
También hay que decir que las carreras de ciencias humanas y sociales resultan ser menos onerosas en su puesta en marcha que aquellas que precisan laboratorios, talleres y un conjunto de infraestructura y equipamiento especializado; por eso, casi despectivamente dentro de los claustros se las solía llamar carreras de “tiza y pizarrón”.
Por otra parte, las profesiones se ejercen dentro de un sistema económico y productivo; la elección de una carrera no solo se hace por aspectos meramente vocacionales; también se lo hace por cuestiones ligadas a las oportunidades de crecimiento personal y posibilidades de crecimiento profesional y laboral.
Dicho de otro modo, muchas personas se inclinan por carreras que pueden satisfacer determinadas necesidades, descartando otras que no garantizan ese desarrollo.
Este fenómeno nos excede. Los países con poco desarrollo económico reproducen esta matriz formativa y profesional porque la falta crecimiento de ramas de la producción que demandan otras profesiones opera en la retracción de los estudios en esas carreras. No hay que indagar mucho en la historia para ver que los desacoples entre la formación y la profesión generaron ingenieros trabajando en otros rubros o emigrando, y cuando nos hicieron falta no los teníamos.
Eje en lo relevante
Es importante que la Nación, las provincias, sus institutos superiores y universidades pongan eje en lo relevante y que muestren preocupación en fomentar vocaciones y oportunidades en carreras relacionadas a otros campos formativos y profesionales, como ser carreras técnicas y tecnológicas, las ingenierías, etc.
Claramente la realidad va modificándose de modo más rápido que los sistemas educativos y eso se nota tanto en la organización y requerimientos del mercado laboral y del mundo profesional, como en la necesidad de comprender que esos mismos sistemas e instituciones educativas, que hoy están en deuda, deben reconfigurarse para ofrecer además de una nueva oferta, propuestas de educación a lo largo de la vida, para el sostenimiento dentro de determinados trabajos o para la recalificación o movilidades y crecimiento laboral, fruto de nuevas realidades.
Esta realidad que vive el mundo de la educación, del empleo y las profesiones nos obliga a ver que de nada sirve enojarse con la realidad y menos aún con las personas que por vocación o necesidad eligen tal o cual profesión, porque que de nada sirve promover carreras para las que el sistema económico y productivo no tiene lugar; eso importa hacer de la educación una fábrica de frustraciones o posibles migrantes calificados en busca de oportunidades negadas en su tierra. Nada de esto no puede resultar novedoso.
La educación debe promover oportunidades de un futuro mejor y para ello es preciso que los gobernantes, comprendan que enseñar hoy implica trabajar en el presente la construcción de futuro. Este reto requiere un plan, compromiso e inversión seria, transparente en su ejecución y sostenida en el tiempo. A modo de ejemplo, el diseño curricular de la escuela media en China de 2004, incluía de modo obligatorio contenidos relacionados con datos, robótica y programación. Demás está decir que ese país es al cabo de 20 años, potencia en estos temas de punta en la actualidad.
Por ello, fuera de discursos grandilocuentes cargados de críticas, hacen falta políticas públicas concretas que tiendan a mejorar presente y futuro de nuestras juventudes.
› Punto de vista II: plantea una falsa dicotomía superada hace décadas
Mercedes Leal
Vicerrectora de la UNT
Algunas expresiones vertidas por el Presidente en oportunidad de la firma del pacto de mayo el pasado 8 de julio, resultan a todas luces sorprendentes, más aún si pensamos en las 63 universidades públicas que integran el sistema universitario argentino y ,que a lo largo y ancho del país, realizan importantes esfuerzos para vincular el conocimiento con la producción para construir soberanía y generar saberes que contribuyan a resolver los problemas sociales y de salud para que los argentinos podamos vivir mejor.
Decir que el sistema educativo esta desconectado de las necesidades porque se prioriza la oferta universitaria por sobre la terciaria, es plantear una falsa dicotomía superada hace más de cuatro décadas, tal se evidencia en la Ley de Educación Superior que integra ambos niveles. Aún más, la función de extensión universitaria ha sido y es uno de los principios constitutivos de la universidad; vale como ejemplo mencionar la expansión territorial de la UNT en seis municipios con ofertas de carreras de pre grado, tecnicaturas y grado académico, como así también, la creación de Centros de Extensión Territorial (Cetunt) en tres municipios y las ofertas de la Escuela de Educación Profesional en capital y en el interior de la provincia.
Las necesidades sociales, ambientales y del mundo productivo, son objetos del trabajo y oficio de más de 2300 investigadores de la UNT, que integran los cuatrocientos proyectos de investigación, 40 proyectos I+D y los proyectos federales de innovación, todos ellos inscriptos en los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) definidos por la ONU; una iniciativa virtuosa ha sido la creación de una mesa de diálogo con la provincia en las que trabajan todas las instituciones científicas de Tucumán, definiendo la agenda 2030 con temas prioritarios para la provincia como son pobreza, salud, bioeconomía, desarrollo sostenible, derecho, entre otros; siete universidades del Norte Grande están trabajando articuladamente para fortalecer los ejes del sistema científico de la región en materia de economía del conocimiento, ambiente, energía renovables, alimento y salud.
El sistema universitario de nuestro país ha sido y es motivo de orgullo, su riqueza y su potencial residen en la formación de profesionales ampliamente capacitados en una multiplicidad de disciplinas que se integran permanentemente al mundo productivo y social, ya sea en el ámbito público como en el privado. Sin ir más lejos, la UNT cuenta con 74 carreras de grado, 18 de pregrado, 9 de nivel superior y 175 formaciones de posgrado. Sin embargo, hay carreras tradicionales que continúan teniendo una gran demanda, sostenida mayoritariamente en el imaginario de que éstas representan un futuro promisorio y garantía de ascenso y prestigio social; aun cuando desde determinadas políticas universitarias se invirtió y se invierte en carreras vinculadas directamente con la producción, la ciencia y la tecnología que los tiempos actuales demandan, estás siguen siendo escasamente elegidas. Las acciones de orientación vocacional y la EXPO UNT, se esfuerzan permanentemente por revertir esta difícil y compleja situación.
Preservar este capital es una responsabilidad inalienable del Estado como también lo es la responsabilidad institucional de revisar permanentemente la calidad y los tiempos .de la formación.
En este sentido cabe resaltar las decisiones aprobadas por el CIN el año pasado, que involucran el reconocimiento y certificación de saberes, la revisión de la duración de las carreras promoviendo las titulaciones intermedias y carreras de grado más cortas.
Reafirmamos que la educación y la universidad constituyen una de las herramientas fundamentales de un país, con las que el Estado vehiculiza los recursos colectivos en pos de un proyecto común; este marco se constituye en un instrumento privilegiado para combatir las desigualdades y para garantizar el derecho a la educación como un derecho colectivo de los pueblos.
› Punto de vista III: ¿Hay que repensar la educación, hoy?
Susana Maidana
Profesora Emérita UNT
La educación pública de gestión estatal o privada es un resorte fundamental para configurar los proyectos vitales de los seres humanos y tejer la trama democrática de las sociedades. No es un transmisor de saberes en cabezas vacías. La educación entrena en el diálogo, en el pensamiento crítico, en la mirada integral del mundo y crea espacios de intercambio de experiencias. Es un fenómeno complejo que exige una visión multidimensional y no simplificadora.
Hay que tener en cuenta todo el sistema educativo, sin estigmatizar a ninguno de sus niveles, ni a los docentes, ni a los estudiantes y, menos aún a las universidades, que son usinas de conocimientos. Pero las brechas se han expandido, incentivando el ataque a las universidades y considerarlas como lavaderos de cerebros. Idea que supone que los alumnos son pasivos asimiladores. No es azaroso que la educación haya estado atravesada por términos de tipo digestivo: “asimilar, captar, transmitir” cuando la actividad educativa promueve el paso de la minoría a la mayoría de edad, que consiste en pensar por sí mismos .
A pesar de la crisis económica que atraviesa nuestro país desde hace tiempo, muchos egresados universitarios son contratados por empresas por su formación y por sus descubrimientos científicos y ganan becas en centros extranjeros. Los ejemplos abundan.
La prioridad del Estado no es solamente fortalecer algunos niveles del sistema educativo en detrimento de otros, sino a todo el sistema, cuando nuestro país necesita recuperar la utopía educativa, garantía de un mundo mejor. Por supuesto que hay muchas mejoras que realizar, pero ello no significa que todo deba destruirse.
Las dificultades no se deben exclusivamente a que las carreras universitarias sean largas porque muchas de ellas lo son, sino a la escasez de titulaciones intermedias - que solo algunas ofrecen- para atender a quienes la práctica y el acceso al mundo laboral son sus metas.
La función de la educación no es únicamente “insertarse” en el mundo del mercado sino emanciparse de las cadenas mentales para armar su proyecto vital libremente y contribuir al crecimiento del país.
Otro elemento de transformación es que exista mayor movilidad entre las carreras de la universidad y que el estudiante arme su propio recorrido, evitando, en lo posible, las exigencias burocráticas. Por ejemplo, el reconocimiento del cursado de materias optativas en otras facultades de la misma universidad no debiera insumir meses y hasta años, debido al autismo disciplinar.
Otra modificación esencial es crear carreras que atiendan a nuevos saberes, a la transversalidad y multidisciplinariedad, pero defendiendo la libertad de los estudiantes de elegir el camino de su propia formación. La cantidad de egresados en Derecho, Medicina, Ciencias Económicas, que está mermando por la crisis, no debe ser un obstáculo para quien se siente con aptitudes para formarse en esas áreas del saber.
La deserción en los diferentes niveles educativos, las dificultades de lecto escritura de los niños, entre otros, no se deben analizar en abstracto sino en el contexto social alarmante y doloroso. A medida que avanza la pobreza aumenta la deserción.
Otra situación es la magra remuneración que cobran los actores del sistema educativo, que no es consecuencia de la falta de dinero sino del paupérrimo reconocimiento a una actividad, que es declarada como importante en los discursos, pero desestimada en los hechos. Sin olvidar la demonización de niños, adolescentes y jóvenes, convertidos en chivos expiatorios de todos los males .¿Alguien puede dudar de la dificultad de estudiar con hambre, frío y desesperanza?
Otro factor es la matriz positivista e higienista que atraviesa todo el sistema educativo, responsable de la fragmentación de saberes, la negación de las incertezas, las formas reduccionistas de enseñar y aprender, la hiperdisciplinariedad, que separa saberes que están relacionados. El sistema educativo conserva rastros higienistas que homogeneizan conductas, formas de vestir y de relacionarse con los otros. Estos gestos higienistas generan malestar estudiantil al sentirse no respetados en su libertad. Lamentablemente, el bullying habita las instituciones educativas. Tema de urgente reflexión.
El sistema educativo es una caja de resonancia de problemas sociales, económicos, políticos y culturales, que exigen una seria reflexión.
Edgar Morin sostiene que no hay que cambiar métodos sino la forma de pensar. En la Argentina, se puso el acento en el cambio de métodos, cuanto el problema es el pensamiento reduccionista. Se discute sobre la existencia o no de la “meritocracia”, sin distinguir entre meritocracia y mérito. Negar la meritocracia no es negar el mérito, sino pensar que hay una élite, que por determinados privilegios, tiene más derechos que otros.
En la actualidad, hay una demonización de la política y de la educación, imponiendo una serie de “verdades” que no son sino fake news (noticias falsas), cuyo objetivo es desvalorizar la política, desde una mirada política. No podemos confundir la adhesión a un partido con la política porque la sociedad, las instituciones y nosotros mismos somos políticos, vivimos en una polis y cumplimos reglas para no convertirnos en un lobo para el hombre.
Morin insiste en la necesidad de reformar la educación hoy: “Educar para comprender las matemáticas o cualquier disciplina es una cosa, educar para la comprensión humana es otra, ahí se encuentra justamente la misión espiritual de la educación: enseñar la comprensión entre las personas como condición y garantía de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad”.